Pegar a los niños

Esta entrada refleja la opinión personal del que escribe. Por ahora, y hasta que alguien que se aburra y viva cerca de un juzgado consiga impedirlo, estoy en mi derecho de expresarla.

hostia a tiempo hostia a tiempo hostia a tiempo hostia a tiempo hostia a tiempo


Una vez más: un spot brillante para una causa absurda.

Miembros de asociaciones que, con la mejor de las intenciones, unida al propósito de no naufragar en el tedio de una mañana sin nada que hacer, dedicáis vuestro tiempo a perseguir lucidez, transgresión, humor inteligente y, en resumen, toda forma de libertad en anuncios y programas; esta entrada es para vosotros.

Si a esta recua sin demasiado que hacer le unimos un periodismo demagogo y cínico que alecciona al ganao haciéndole llegar a pensar “pero de verdad seré tan hijo de puta por no escandalizarme ante un cachete” ya tenemos el chocho montado. Se imponen y censuran socialmente conductas personales, ahí es na. Los reportajes tienen que estar para ya, las consecuencias no importan, las familias rotas, menos.

Por supuesto que existen casos de agresiones a criaturas, pero de eso ya se suelen ocupar los jueces cuando no están demasiado ocupados en conseguir que sus sentencias salgan en el zapping.
¿Leer la teoría de Piaget sobre las fases del desarrollo infantil y su capacidad para asimilar información o entender el mundo? ¡pa´ qué! Esto me ofende como jubilada. Punto. Pues señora, a mí que follo poquísimo y que por eso comparto con usted que tengo muchas tardes que llenar, sí me da por interesarme en cómo funciona el coco de una criatura. ¿Qué es un cachete al lado de que la persona que más te quiere en el mundo te imponga un maquiavélico y retorcido castigo y lo mantenga toda la tarde?.

De la sentencia esta esta de un año de alejamiento por darle una guantaza al hijo de diez años que le había tirado una zapatilla mejor ni hablar. Ya se criará el solo, pensará el juez. Llámame purista pero la mera idea de una guantada de mi padre sobrevolándome durante mi infancia fue suficiente para hacerme comportar correctamente hasta el día de hoy (aquí es donde van las bromas sobre mis secuelas).

Olvidemos ya el cliché de los padres hippie-progres-neoyorkinos que defendían que el castigo físico no les iba con los muebles. Es la maruja media de Carabanchel la que por presión social y mediática duda y se ve desplazada en su papel de madre. La consecuencia es que no da la hostia a tiempo y acaba recibiendo ella las de un macarra de diecisiete al que no ha sabido domar.

A un niño de 5 años no se le da un cachete, no; mejor sentarse y teorizar sobre su conducta durante 45 minutos, el niño lo entenderá todo, todito. Luego no te extrañes que te joda otro jarrón la próxima vez que le apetezca que le cuentes una historia o cuando reclame que le dediques el tiempo que deberías.

Ya que no se pueden repartir guantadas -y justicia poética, a fin de cuentas- voy a dedicar mi aplauso mas sincero a una serie de personas a las que admiro profundamente:

A los padres que montan pollos a los maestros por cometer el desliz puntual de llamar BOBO a su niño SUBNORMAL en un momento de histeria extrema provocada por el pollo. En mis tiempos, y aún estoy creciendo, si ibas a tu padre con que tu profe te había dado un capón, tu padre te daba otro y ya si eso después, preguntaba.

A los que se quejan en las reuniones de padres de que los deberes de matemáticas no dejan tiempo a los niños para ir a karate, fungol o sevillanas (VERÍDICO). Estos son mis favoritos. Madre no hay más que una y la tuya es subnormal, churri.

A los gilipollas que no dejan adoptar a las boller que tienen que ver como solteronas con pasta coleccionan críos como gatos y desgraciaos carne de cañón se gastan en cubatas lo de deberían gastar en preservativos*.


*Véase:
_“Jonatan y Vanessa, casados, 23 años, un sueldo y un coche a medio pagar; bautizáis a esta pobre criatura como Lollevasclarodateporjodidobaby…”

_“Walter, ¿cómo se llamaba el mediano?
–DawsonRichard
-noo, el gordito no; el otro.”

A las pobres poligoneras maestrillas de infantil que sin comerlo ni beberlo van a convertir a la siguiente hornada de criaturas en chonarras a su imagen y semejanza que hablarán, mascarán chicle, se tatuarán y la chuparán en la primera cita como ellas. Todos sabemos que la droga entró hace mucho en las aulas pero nadie la busca en la sala de profesores. Al que a estas alturas ya piense que soy un gilipollas le recomiendo pasarse por la facultad de educación. Flipas, pero por lo menos están buenas.