Nunca le darán el nobel

La profesora señala a Patricia y le pregunta:
- ¿Y tú qué quieres ser de mayor?
- Quiero ser escritora.- contesta la niña sin dudarlo un minuto.
Ella siempre lo tuvo claro, desde muy pequeña, mientras estudiaba y crecía segura en su internado de pago.Hasta que papá se quedó en paro. Escuchó algo relacionado con un dinero que había desaparecido, pero no entendía nada. Aquel fue el principio del fin de su sueño.Primero la cambiaron de colegio, a uno público. Allí descubrió a los chicos y el dolor que dejan tras de sí. Fué de uno a otro, cada vez a uno peor.
En su casa las cosas no iban mucho mejor. Papá no volvió a encontrar trabajo, y pasados unos años, mamá le dejó porque decía que no servía para nada. Patricia no aguantó mucho más y terminó por largarse también.
No tenía dinero, así que cogió la senda rápida, y a través unos colegas, empezó a trapichear con drogas. Una cosa fue llevando a la otra, y ahora en este club de carretera, Pamela (se cambió el nombre cuando entró en el nuevo negocio), mientras se enjuaga la boca, se pregunta cómo ha llegado a esto y se acuerda de su viejo sueño.Su último cliente ya se va, le pide que le falsifique una factura de la tintorería, para poder justificar sus servicios como gastos de la empresa. Le pasa a menudo. Cuando le entrega la factura, el cliente le dice:
- Eres la puta con mejor caligrafía que he conocido nunca.
Claro, joder, piensa ella, es que siempre quise ser escritora.