Prison Break

Ya casi ni pensaba en él, bastante tenía con mantener a los dos churumbeles. Sólo le recordaba a veces, al mirar las marcas de la pared de la caravana.

El Jonatan, menudo hijo de puta... Nadie le echaba de menos en el poblado. Le preguntaron por él los dos primeros días, después todos le olvidaron, hasta su familia; nadie le echaba de menos, y ellos menos que nadie. Llevaban años deseando concertarle un matrimonio con alguna gitanita que se lo quitara de encima.
Nadie podía recordarle haciendo algo bueno por alguien que no fuese él mismo.

Sólo Samara sabía donde estaba ahora, y tenía que reconocer que pensar en ello le hacía sonreir. No se arrepentía de haberle matado a hachazos mientras dormía. Había sido duro -no es agradable ver toda esa sangre- pero todo había valido la pena. Todo. Arrastrarle desde la caravana, haberle enterrado en el jardincito de atrás e irle echando lejía de vez en cuando para que se deshiciera, como había visto hacer en Prison Break. Mira, algo bueno había hecho el Jonatan en su vida, pinchar una antena para que pudieran ver la Fox...si hubiera sabido para lo que iba a servir.