
Primera toma de contacto de vuelta a casa y ya rezumaba saudade en estado puro.
Sillas para tomar el fresco, venda compresiva, buenasnoches y charla.
Terminada la letanía de ays y medicinas, que hilvanaba achaques propios de la edad como si de las cuentas de un rosario se tratase, las gentes iban pasando y parando a charlar; y los temas derivaban hacia los aniversarios de los que dejaron de cumplirlos, hacia las partidas al tejo de niñas hoy octogenarias que ya no juegan juntas. Las madres descontaban como el que resta "de cabeza", y uno a uno, a los hijos que ya no están.
Una novia en Chile, un trabajo en la capital, una meningitis a los tres años (restádselos a setenta y siete), y es que una madre es madre hasta que ya no es.
Sillas para tomar el fresco, venda compresiva, buenasnoches y charla.
Terminada la letanía de ays y medicinas, que hilvanaba achaques propios de la edad como si de las cuentas de un rosario se tratase, las gentes iban pasando y parando a charlar; y los temas derivaban hacia los aniversarios de los que dejaron de cumplirlos, hacia las partidas al tejo de niñas hoy octogenarias que ya no juegan juntas. Las madres descontaban como el que resta "de cabeza", y uno a uno, a los hijos que ya no están.
Una novia en Chile, un trabajo en la capital, una meningitis a los tres años (restádselos a setenta y siete), y es que una madre es madre hasta que ya no es.
Volver a la aldea es volver al dolor, a la enfermedad y la muerte, a los silencios, al paseo, dejar a un lado el tú eres tú y yo soy yo; volver a la honestidad completa de la completa falta de intimidad y temas de conversación más amables que los que raspan dentro, haciéndolos aflorar sin excusas y no exentos de aflicción por mucho que se haya pasado ya.